martes, 12 de febrero de 2008

Magdalena Azabal Casares

Mujeres de la calle

Se viste de blanco satén,
se pinta los ojos luz pasión,
aviva su rostro de rojo
y cruza distinguida las calles,
los caminos, los pasillos.
Visita en la antesala a un hombre.
Apenas hablan.
Sonríe discreta con ojos gacela,
y entorna su cara.
Gira su cuerpo despacio
mostrando desplante.
En su corazón hay escrito
el libro de muchos nombres
que han surcado sus líneas,
aventurado en sus entrañas,
divertido en sus sabanas.
Los secretos son suyos,
no los vende, ni regala.
su pasión es blanca,
su visión efímera.
Entre las horas más largas
de los inviernos más lánguidos
sus lágrimas asoman, a solas.



DECADENCIAS

Las décadas se suceden, de un suspiro,
la paciencia se transmite
como el viento suave sobre las olas,
las ilusiones se puntualizan,
cada año, en este instante.
El corazón se apaga en la ilusión,
la vida da ahora pavor,
como si fuera el último aviso,
y un presente de instintos
se entrecruza en el camino.
Narración continuada de hechos
dan cuenta de lo vivido,
por cada destino que ha partido,
los de aquí o los de allá,
los amantes, el marido,
Feroces estados nos atan,
el miedo, desatinado poder,
y vergüenza y elocuencia.
Son todo uno, los mismos sueños,
y lo perdido en una sinrazón.
Pero la vida, con pasos lentos,
nos lleva de la mano y arrastrando.
Las décadas se suceden,
sin tiempo, a un punto oeste,
en un simple tris-tras premeditado
donde la sustancia se hace eco
de un final más pequeño.


Magdalena Azabal Casares. Cudillero, Asturias. España. Escribo poesía desde los siete años, soy autodidacta. Pertenecí durante cuatro años a el taller literario de Tino Pertierra. Dentro del taller publiqué un relato corto, un cuento infantil y varios poemas.