martes, 1 de abril de 2008

Graciela Rodríguez Sena

Natalia

Por la puerta grande del azar
entra un lobo viejo con los ojos secos.
Natalia deshoja una margarita al verlo,
mil sombras se adhieren a su cuerpo,
pero ella no se da cuenta.
Envuelta en un espejismo,
Natalia se refugia en la lengua del animal.
Cuando la noche encuentra el silencio,
el lobo saca de su cuerpo un nido de pirañas
y lo hunde en el ombligo de la mujer,
ésta se incorpora y lanza un grito,
con sus afiladas uñas negras
rasga la cabeza del animal.
Aullando, el lobo se aleja,
su cuerpo se evapora entre la noche
y el principio de un nuevo día.
Natalia sabe que pronto
será consumida por las pirañas
—antes, buscará otra margarita para deshojar-.



HILOS DE DOLOR

Crisantemos en el vestido de Laura,
escarabajos entre sus piernas,
pájaros negros en su frente.
Del árbol caen hilos de dolor.
Laura intenta abrir sus alas,
pero Leopoldo sigue encima de ella.
Le rompe el vestido,
le quiebra los sueños.
Minutos interminables.
Oraciones inútiles.
La sangre corre sin razón.
Cuando el suplicio termina,
Laura recoge con sus ojos
los crisantemos,
los jirones de su vestido,
de su alma y su fe.


Graciela Rodríguez Sena (Saltillo, Coahuila, México 1982). Terminó la carrera de Comunicación en la Universidad Autónoma de Coahuila. Ha colaborado para varias revistas y medios electrónicos del país: Almuerzo Desnudo, Revista Entretén y Miento, Ájale, DiverCiudad, Velocidad Crítica, Estrellas y Latidos, Letralia, entre otros. Escribe en: www.sovka03.blogspot.com y www.sovka.mexico.com