jueves, 6 de marzo de 2008

Pedro Francisco

Mujer de carne y verso

Nunca oraba en el interior de los templos,
siempre lo hacía fuera, en el paisaje junto a los árboles.
No me alimentaba de libertad
hundiendo el tenedor en el corazón de las golondrinas.
No fui yo la que escogió vivir en el margen
como única posibilidad de supervivencia.
No deseé marchar para ser extranjera
hacia los lugares más inseguros del pensamiento
dejando atrás el exilio del hambre
con el soberano avío del deslumbramiento.
Llegué, y acá los niños también siguen arrojando
sus caídos dientes a la luna
suplicando nuevos alfabetos de hueso
para nombrar la vida.
Sonríen y juegan. No es más la felicidad.
Apoyada en el quicio oigo crecer su osamenta.
Su infancia no ha terminado, su inocencia.
Siento un palpitar aún enamorado del mundo
en la distancia. Allá querría estar con ellos,
con los míos, para que apoyaran su vida en mis labios.
Aún, en verdad, no soy flor de invernadero
que ya olvidara las caricias del sol.
Maquillo la soledad de aquel lado de la cama
con girasoles blancos y margaritas asomando a la calle.
Un viento con los dedos mancillados trae
una nueva enfermedad en busca de un nombre.
La vuelvo a llamar soledad.
Dice que a mi tierra no llegan los barcos,
y que tampoco nevará en septiembre o en primavera.
Los días que no traen palabras, sonrisas o alientos
son días muertos que delatan el paso del tiempo.
Será por eso que hoy, desde este balcón,
asomada a la calle, desearía cerrar ventanas
y no ser mujer, madre y trabajadora extranjera,
sino ser, tan solo, mujer enamorada besando
el firmamento con los labios;
madre iluminando cada mañana
al rodear mis hijos en un abrazo;
trabajadora abriendo los ojos a la igualdad
y al nacer la luz apartar las rocas obscuras.
Tan solo eso quiero.
Tan solo eso.
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Título: "Soñando ser niña"
No quise ser como quisieron que yo fuese:un intento de vida; un juego al escondite con mi ser.Yo estaba hecha de presentes,y mis pies planos sobre la tierra promisoria no resistían caminar hacia atrás,y seguían adelante, adelante, burlando las cenizas para alcanzar el besode los senderos nuevos.
Me quiero de niña que llega hasta los pájaros
con la frente que no desperdicia el pensamiento
como corola recién en brote al sol,
con los ojos que miran y todo se preguntan;
con la sangre y el hueso de este corazón ,
desde la risa hasta el lamento, jamás preso.
A cada paso adelantado en mi ruta hacia el frenterasgaba mis espaldas el aleteo desesperado de los troncos viejos;pero la rama estaba desprendida para siempre,y a cada nuevo azote la mirada míase separaba más y más y más de los lejanoshorizontes aprendidos,y mi rostro iba tomando la expresión que le venía de adentro,la expresión definida que asomaba un sentimientode mujer, liberación íntima,un sentimiento que surgíadel equilibrio sostenido entre mi vida y la verdad. Ya definido mi rumbo en el presente,me sentí brote de todos los suelos de la tierra,de los suelos sin historia,de los suelos con porvenir,del suelo siempre suelo sin orillas,de todos los humanos y de todas las épocas. Y fui toda en mí como fue en mí la vida…
Se necesita sólo tu corazónhecho a la viva imagen de tu demonio o de tu dios.Un corazón apenas, como un crisol de brasas para la libertad.Nada más que un indefenso corazón enamorado.Déjalo a la intemperie,donde la hierba aúlle sus endechas de nodriza locay no pueda dormir,donde el viento y la lluvia dejen caer su látigo de azul escalofríosin convertirlo en mármol y sin partirlo en dos,donde la oscuridad abra sus madrigueras a todas las jauríasy no logre olvidar.
Las cosas viejas, tristes, desteñidas, sin voz y sin color, saben secretos de las épocas muertas, de las tatarabuelasque ya nadie conserva en la memoria, y a veces a los hombres, cuando inquietos las miran y las palpan, miran a otro lado tejiendo oscuridad de telarañas.
¡Colores de anticuada miniatura,hoy de algún mueble en el cajón dormida!Cincelado puñal; cartas borrosas, tabla en que se deshace la pintura por el tiempo y el polvo ennegrecida.
Aún veo con ojos de niña: Detrás de mis paredes, feliz a mi manera,
extrayendo del azul la esencia de mi verso,
escribiendo entre las nubes con las letras del alma
unos vocablos dispersos donde no cabe la mentira.
No turba mi interior el bullicio de afuera.
Remando como mujer, remando desde el nacimiento,
siempre soñando ser niña, con las olas entre mis pies desiertos.




Pedro Francisco