martes, 1 de abril de 2008

Magdalena Edith Carrillo Mendívil

Quince para las tres… tengo hambre y sueño
Sueño y hambre y así sucesivamente,
Voy, regreso.
En mis viajes de ida y de regreso
Recojo tu imagen, recojo tu voz, recojo tu olor.

…. Que bien hueles
¿Serán las ganas que tengo de aprenderme tu aroma?
¿Será mi necesidad de no respirar?
¿Será mi miedo de quedar ciega y nunca más reconocerte?

Ahora, en este camino, ya casi olvidado
Voy recogiendo esas huellas que has dejado tras de mi,
tras de ti, tras de mi tristeza, tras de mi desasosiego…
Quizás ¿tras de mi felicidad?

Quisiera sentirte cada vez que yo quiero,
Manosear tus besos,
Chupar tus palabras,
Oler tus ojos.

Quiero entender que no me quieres,
Quiero saber que te iras,
Quiero creer que cada vez que vuelvas,
Podrás querer lo que yo quiero.

Te estoy pensando, estoy pensándote, te pienso y te repienso.
Pero ya son quince para las tres… tengo hambre y sueño
Y tú recuerdo esta hecho nudo en mi intestino.

¡Eterna soledad de ti, hambre que nunca acabará
Sueño que nunca dormiré.
Ven, duerme en mi mesa, come en mi cama…
Recoge mi olor y vuelve de ese viaje solo de ida!.



DESDE EL COMA

Hoy que regreso del estado de coma en el que casi voluntariamente caí,
me cuesta caminar, oler, sentir, ver y sobre todo respirar…
Creo que tengo que aprender a respirar.

Tanto tiempo fui invisible que estaba acostumbrada a algo que creí era mi sombra,
esa sombra sin cara, sin ojos…esa sombra casi transparente
que solo se presentaba cuando había Sol, cuando el sol que representaba tu presencia
estaba a mi lado y se proyectaba sobre mí.

¡Y me sentía tan feliz cuando pisabas mi sombra!
aunque solo fuera para protegerte del calor del Sol.

Durante tantas noches me trabé en un amor lésbico con la muerte que por poco
contraigo nupcias con ella, no se si me salvó el suero de tu respiración
o la esperanza de no volver a verte.

Tantas veces, estando dormida, me inyectaste el veneno de tu amor
que, sin darme cuenta se convirtió en mi droga y ahora, que entro en un mundo de rehabilitación me siento culpable de no necesitar más esa dosis de amor enfermo que mantuvo mi adicción.

Desde una cama de sábanas grises, me levanto, caigo, me levanto…caigo.
De repente veo una sombra proyectada sobre la pared y me aferro a ella.
Uno su mano a la mía y se funden en una sola. La sombra deja de ser sombra y entra en mis venas, ahora tengo venas por las que corre su sangre negra.

Recuerdo esos años, cuando yo siendo invisible, tenía sombra y deambulaba aún en la oscuridad. Ahora que soy visible al menos cuando respiro, no la tengo,
esta se niega a salir, ya nunca más se proyectará y nadie podrá utilizarla
y menos para protegerse del calor de los malos días.

Me levanto y camino. Camino ciega, muda, sorda, ¡pero estoy caminando!,
Choco con recuerdos, alegrías, tristezas, llantos secos y ciegos igual que yo,
pero, yo estoy caminando.

Se que después reconoceré el camino;
y aunque no vuelva a ver, a escuchar, a sentir tu presencia, nunca más dejaré de caminar con mi sombra dentro de mi, mi sombra nunca más se proyectará.
Hoy me comí mi sombra…



Soy Magdalena Edith Carrillo Mendívil, tengo 40 años y vivo en la ciudad de Zacatecas. Soy arquitecto y tengo una maestría por el Tec de Monterrey en Estudios Humanísticos. Trabajo para Gobierno del Estado en la Secretaria de Obras Públicas y doy clases de Historia del Arte, Inglés y de Italiano en el Tec de Monterrey. Soy una mujer que cada día recoge sus pedazos y los pega una y otra vez, jamás quedará rota.