jueves, 6 de marzo de 2008

Viviana del Villar

Desintegración

la condenada va hacia el campo de batalla llora
sabe que es el final llora
la condenada transpira gotas de sangre
le ordenan que no llore más llora
intuye que esa batalla será larga, muy larga
siglos durará tortuosa será y llora
nadie la salvará nadie podrá
está condenada al sacrificio de su carne y de su alma
respirará como una muerta en vida
la fiebre ya la corroe
dentro de su sangre de su mente de sus neuronas de su carne
la fiebre la carcome la empieza a comer
sabe que la tragará y llora

de la condenada caen pestañas párpados un hombro
caen amígdalas esternón ojos nariz
caen glándulas mamarias ovarios clítoris
pelos de cada rincón del cuerpo van van cayendo
caen dedos uno por uno codos brazos
el otro hombro caen los riñones
la vagina el pubis las orejas las pantorrillas
todo cae contra el piso atraído por el piso todo
olor potente a fluido a cucarachicida a perfume charly
todo cae con violencia y ella no logra detenerlo
la piel ah esa piel que tanto sudó gotas de pasión contenida
esa piel que la ha encarcelado por siglos
se abre en grietas menores luego profundas se abre con furia
y la sangre sale a chorros
y sale el vómito por una boca colgada apenas por arterias
y otro más intenso desmedido
todo es expulsado por fin y por vez
se caen se abren se vomitan se expulsan
y quedan en el suelo intactas aún las uñas larguísimas rojo pasión
con mucho calcio fuertes limadas hasta el hartazgo
pintadas hasta el hartazgo
las uñas de mujer aniquilada




Blues de la puta, las santas y la inválida

Sangre y sal. Sal de sudor, de lágrimas caídas.
Sangre de su sangre corre
por sus venas, brota por su vagina, por sus heridas abiertas.
Ella es su propio delator.
Vestido fino y lujoso: sedas y gasas rojas convertidas en harapos.
Sus pies, garras rasposas, se prenden del suelo.
Brasas revueltas, el pelo enmarañado.
Una virgen caída del altar mayor. Dolida, maltrecha, moribunda.
Virgen de cera.
Hembra prostituida, con dientes que muerden la venganza,
con moretones que laten cual corazones a la luz.
Sangre y sal. Sangre de su sangre. Huele a terror:
mezcla de grito y locura.
Ojos de gata, vientre de gata. Pura furia.
Hipnótica avanza en la noche,
vendedora carcomida por el fuego, de cópulas.
Puta enloquecida, anestesiada; salvaje momia de
lunas poseídas por los demonios.
Esclava de orgasmos, huye por la oscuridad dormida,
vestida para quemar a los
que pretendan poseerla. Una serpiente que
se enrosca en los cuerpos hasta asfixiarlos de placer.
Puro grito, pura furia.

Piel descompuesta: pus, sangre tibia, pis rancio.
Heridas oxidadas, puntas cortantes.
Putrefacción absoluta. Piel al borde de la nada.
Cruces plateadas. Crucifijos tallados.
Estampitas de santas.
Maderas gastadas, resquebrajadas:
cama y mesas carcomidas por la humedad;
olores a higos recocidos y a ruda.
Las cruces se mueven, cobran vida.
Las santas levantan sus pesados ropajes
y se besan entre sí. Danzan alrededor del crucifijo mayor.
Pesadez, moscas: calma aparente.
Danza y putrefacción.
Las santas descienden, tocan la carne, la lamen, la huelen.
Rezo conjunto. Plegaria infinita.
El cuerpo muerto yace sobre la cama. El alma danza y fluye...
Pide clemencia en su renacer

Tersa, blanquísima, suave, piel de monja.
Una desterrada abandonada a su suerte:
incompleta, quebrada, malherida.
Una torturada en el campo de batalla.
Naturaleza viva: sus aromas la evocan.
Su cuerpo enfermo y mutilado, naturaleza muerta.
Olor a vida, olor a muerte. Santidad y sacrificio.
Pechos poderosos con pezones duros:
única parte que delata juventud.
Pechos que jamás se llenarán de leche,
bellos pero secos, bellos pero inservibles,
turgentes pero incompletos.
Podrían haber sido tetas de madre o de puta.
Son tetas de monja.
Y su sangre roja y olorosa
brota de su vagina hasta los muslos flácidos,
chorreando hasta el final.
Vida y muerte peleando por ganar en un mismo cuerpo.
Sangre liberada: se despega de la enfermedad,
se diluye por el agua con sabor dulzón extremo...
Santa flagelada por los pecados del mundo.
Espíritu que puja por salir.
Espíritu que cada mes brota de su vagina,
se funde con el agua-placenta
y vuelve a nacer.


Viviana del Villar. Nacida en la provincia de Bs As y actualmente viviendo en la capital federal (Argentina)- Realizó parte de la carrera de Lic en Psicopedagogía y Psicodrama; Recursos Expresivos en el Instituto de la Máscara; variados seminarios y distintos talleres de escritura y corrección junto a Mauricio Kartun, María del Carmen Colombo y Alejandro Margulis, entre otros.
Actualmente realizando la carrera de Edición y Correctora Literaria en la UBA y coordinando talleres de escritura en relación con distintas artes.