jueves, 27 de marzo de 2008

María Ramírez Delgado

Sin apelaciones
A Chantal Sébire


Enganchados del borde de la cama se alimentan los sueños de la inexistencia.

Por última vez habrás doblado cuidadosa la cobija que te regaló tu madre, por última vez habrás regado las plantas y sentido el frío de la obediencia, la amargura de las pastillas, la inútil radiación es el camino a la ceguera.

Frente al espejo ya no puedes ver tu propio monstruo atormentado. ¿Alguien puede comprender el incurable sabor de la sangre? El peso de tu rostro es una manzana reventada e hirviente en el aire. Entonces, tus días son indestructibles. ¡Cuánto espanto pueden engendrar!

El consuelo no está, los tribunales escriben pequeñas degeneraciones, incurables sentencias como sonrisas desmembradas se tragan el silencio y cierran las puertas con el miedo.

Esperas quieta y efímera la desfiguración del no. Por eso, esta tarde, sin apelaciones, doblarás la eutanasia, la respiración se hace lenta, la colocarás lentamente sobre la mesa, sola, intocada, cesará al fin el dolor.



MARÍA RAMÍREZ DELGADO (Los Teques, Venezuela -1974) Poeta, narradora y orfebre. Ha publicado en narrativa: Éramos malos y otros textos agrios (Ediciones Funsagu, 2000) y en poesía: En el barro de Lesbos (Funsagu, 2001), Quemaduras (Grupo Editorial Eclepsidra, 2004)