martes, 12 de febrero de 2008

Rossy Evelin Lima

Soy

Soy amor que brota de un cuerpo de leche
Hinchado de creencias.
Soy amor.
En esta palabra se resume ahora este ser mío,
Que baila con el lodo muy entre los dedos.
Soy amor que suena como campana ancha
Anunciando la misa de los que son
Y luchan también.
Amor que aprendió a no distraerse,
Sentimiento de hambre que a su vez
Vomita flores de primavera.
Sed. Pies cuarteados por el asfalto infame
Que cubre todo lo líquido
Con mi propio sudor me revivo
Sed. Labios certeros
Que el manantial no encuentran
Que en mar no desembocan
Y traen el océano ajeno.
Soy amor, mi mano cuida bien
La soga que traigo al cuello.
Amor que ya no quiere rimas
Ni palabras rimbombantes
Porque es humilde
Y ya no habla para orar.
Soy amor, ojos bien abiertos,
Ciudades sin ser conocidas,
Fronteras sin romper.
Lucha que busca defensora
Y yo le digo:
Anda mi niña, aprende a amar
Y la mando de regreso
Sin enseñarle como.
Soy el ave perdida
Que caminando sus orígenes recuerda,
Siente con sus huellas
La tierra negra de razones;
Pura, que sin temor se entrega
Y se convierte en madre
Apenas uno la toca.
Cuando camino
Sé que mis raíces encuentran paz.
Cada árbol, cada planta, cada pistilo
Es también hijo mío
Y con el viento llamándome
Me dice que soy ave perdida
Que anda sin buscar encuentro.
Lo que en mi mente se desnuda
No lo condensan mis manos
Soy, rumiante de memorias
De palabras sin jugo.
Mis ojos vagamundos
Voltean a todos lados
Porque recuerdan haber sentido
Algún suceso con otra luz,
Y se imaginan que sigue ahí,
Escondido.
Me ha crecido otro miembro,
Es casi como el hambre o la angustia
No me nutre, hace poco por calmarme.
Poco a poco me ha ido marchitando
Con los días va naciendo musgo
En donde antes reposaban hilos
De riqueza y flor.
Miro hacia abajo,
Quise escapar tantas veces,
Lo he logrado
Ya no soy yo.
No voy convertida en mariposa
Ando siendo larva todavía
Siendo mí reflejo el reflejo de una flor.
Soy.



Rossy Evelin Lima.

Oriunda de Veracruz, llegue a los Estados Unidos a la edad de catorce años. La adaptación a esta nueva cultura marco mi escritura y mi percepción hacia mi entorno y lo que soy. A los veintiún años la lucha por mantener una identidad guía mi pluma