jueves, 10 de abril de 2008

Sonia Ester Galindo

Virgo


Y ellos me enterraron entre surcos
donde la luz apenas existía
y las suelas oprimían iracundas mi piel.
Quería ser alta grande
quería volar
pero ellos no entendieron.
Quería cambiar el mundo a besos
esos que salían gratuitos por la boca
sin razones de reincidir
sólo con ganas de dar alas a cualquiera
aún a aquellos que más odiaban
aún a aquellas que más me envidiaban en sus adentros.
Y fui puta una vez más
(así me nombraron desde siempre)
cuando entre la tierra húmeda copulé con las lombrices
que me denominaron semilla dios de todas las ostras.
Y fui yo misma por vez primera
saciándome de aguas de esperanza
brotando auténtica entre heces furtivas.
Con esfuerzos de poder
solapados de amor auténtico por mi esencia
me eché el polvo encima
y vi la luz.
Fui hojita tierna y débil
pero el eco de mi voz retumbaba en el ánimo.
Me convertí en planta.
Aún en contra de la fiereza de los vientos
la angustia deslizada en tormentas
las lenguas viperinas que me flagelaban el ansia
fui árbol fui mujer
y ame mi feminidad.

Cada mañana al despertar veo el fruto persistente
la naturaleza que irradia vida
y mil pájaros que albergo.



A-las Eternas
A Alfonsina Storni, Violeta Parra,

Alejandra Pizarnik, Silvia Plath y Virginia Woolfe



Se han ido las hermosas poesías que tanto amo
aún sin conocerlas.
Se han ido eternas las palabras certeras.
Ya las benditas que perfuman de lirismo
esta América nuestra
este universo
no volverán por cobardes por airosas.
Por no esperarme a consolarlas escucharlas
y besarles delicada la musa y la agonía.
Esas muñecas suaves de crema y algodón
me las mataron ellos con sus juicios.
Esas sempiternas dagas afiladas en el verbo
me las rompieron los cobardes los temerarios.
Esas divinas alas de ángeles y demonios
las cercenaron crueles de esta vida.

Mis poetizas mis poetas mis mujeres ensangrentadas
Rellenas de agua de algas de coral
de pólvora gas humo y veneno.
Mis sombras diáfanas audaces
vestidas de abecedarios.
Cuánto extraño esos versos esos párrafos abortados
que nunca nacieron para sus niñas
ni ese mundo febril que espera cada día
para encontrarse con ustedes
por siempre voces en eco.
Mis mil y una palabras encarnadas
que las olas del mar transforman
con versos y canciones cuentos y cartas
durmiéndonos arrulladoras en su pérdida
y en la desesperanza cotidiana que nos abate arrolladora.

A ustedes toda mi ira por haber muerto
y toda la admiración por ser maestras.
A ustedes mis Eternas glorias
aves campanarias
asesinas de futuro.



Sonia Ester Galindo nace en Puerto Rico en el 1979. Escribe desde sus adentros desde la edad de ocho años. Las experiencias en su vida, aunque fuertes, han sido las alentadoras de sus éxitos. Madre soltera, estudió su bachiller en Estudios Hispánicos y es en ese mismo campo que realiza actualmente su maestría. Se dedica a la enseñanza y el aprecio por el idioma español.