lunes, 19 de mayo de 2008

Mariana Bernárdez

Fragmentos de Trazos de esgrima

Desde mí
dejarse vencer por el endolerse del cuerpo
sin saberse ya carne, hueso o polvo
ser herida por donde el día es más que altura
y respirar en el primer latido del mundo

más que músculo rasgado o seno desterrado
lo que consuela desde lo íntimo
es saberse no sola entre los vivos y los muertos.



Desde los ojos
tener por certeza lo incierto
dulce el sabor de la luz al derretirse hacia el centro
todavía más miel el bosque que te resguarda
desde su propia mirada
porque sorprenden los colores que le fluyen
aún de guardarse entre sábanas
ahí donde se comienza por animar la tregua:
café de tierra
verdes indecibles
o negros abriendo chispa
todos acortando la distancia entre la respiración
cuando poco hay que entender
o cuando la necesidad de fluir hasta en la gota
es un dilatarse de la pupila en universo
que cobija el entramar de los vivos
que se pierden y se hallan
en cuestión de brevedad
por ejemplo
cuando los dedos se enlazan
o cuando arrullan la mejilla
haciendo sentir la chispa primaria del fuego




Milagro el reírse
y sentir el aire recorriendo las cavernas del cuerpo
Biendime que sólo es posible salvarse en los demás
Biendíceme en la cadencia del pensamiento
que no necesita hilarse en voz
Bienpronúnciame que demasiado tremar es todo
para quedarse aterido en la estrechez

y nunca es demasiado ni suficiente
cuando se trata de palpitar en la vida

y confieso

poco humilde mantenerse en ella

con anhelo devorador.


Es en el sopor entre el sueño y el despertar
cuando se tiende un hilo
abismo que pareciera no serlo
salvo en la cuchilla de la razón que separa y ordena
para sostener el alma de tanta quebradura incierta
Así se añoran los días sin angustia o el caer de la tarde
en abrevaderos de nubes
tras el humo
que ya no se canta
Demasiada luz en los ojos
estos ojos tuyos que podrían jurar que bailaron
alrededor del desierto
otras vidas
otros tiempos
tanto ser feliz y tanto serlo
para olvidar su resplandor en la piel.



A veces el cuerpo recuerda
en un reconocerse hacia lo hondo
cuando se despoja de un pesar
que se acumula insignificante
y quisiera con su soplo recorrer
las almenas de otros ojos
los tuyos quizá de un almendro aún granate
resina de un árbol apenas intuido

¿a dónde van las raíces cuando huyen de la luz?

¿dónde se lava la culpa cuando se sabe
que no hay palabras que la limpien?

¿acaso no son las heridas las que van abriendo
la unidad del latido, y nos hacen cada vez más fragmento
astilla, polvo, carne, hueso y músculo?

¿transparentes demasiado transparentes?

¿quién es lo suficientemente puro para borrar todo trazo?

Y es de noche
irrumpe el ruido infernal de una alarma

En el piso los zapatos dispersos
miro ese par que siempre quiero
como si al ponérmelo
pudiera andar la vida de forma diferente.



Qué buscamos
cuando se anda en vuelo de verdad
porque la razón ha mucho llora aterida en nube
Tal vez se encuentren imágenes persistentes
llaves que no abren cerrojos
y que en su generosidad entreguen
la negación de respuesta
la certeza del asombro inmenso de respirar
Simple acto
la ventana
que espera un cuerpo
que mire tras de sí
la ciudad extendiéndose.



Despertar:

alegría
baile cuyos movimientos festejan cada milímetro de piel
y en la cama la sábana aguarda el suave desprendimiento
cerradura de entonces y para siempre
porque nada es suficiente para colmarse de vida...



Mariana Bernárdez nació una noche buena, su vocación ha sido la poesía y su pasión la filosofía, sus últimos títulos publicado son: Liturgia de águilas. México: Universidad Autónoma del Estado de México y Editorial La Tinta del Alcatraz, 2000. Alba de danza. México: Enkidu Editores y Ediciones del lirio, 2000. Sombras del fuego. México: Instituto Politécnico Nacional, Fundación Alejo Peralta y Díaz Cevallos, y SEESIME, 2000. María Zambrano: acercamiento a una poética de la aurora, México: Universidad Iberoamericana, 2004. La espesura del silencio. México: Instituto Mexiquense de Cultura, 2005. Bailando en el pretil, México: Universidad Iberoamericana, 200