lunes, 24 de marzo de 2008

Ricardo Gallego Díaz

Mujeres, seres estigmatizados
por toda época anterior que siempre las martirizó,
relegó y apartó de su realidad.
Hembras, solo para soportar el gusto de hombres
que solo sabían darle disgustos

Espíritu que sabe enfrentar los retos de la vida,
del amor y de perpetuar la especie.
Surgen en nuestras mentes como divina aparición
enfundadas en texturas de poderoso impacto,
de claras ideas y grandes sentimientos

Mujeres, estado de gracia que obliga nuestra atención,
seres que denotan en su cuerpo la validez del arte;
riqueza espiritual que abre nuestros caminos,
en una conjugación de experiencia, sensibilidad y virtuosismo


Ella
Ella desborda épocas y borra torpezas,
su amor llena de canciones mi sentidos y garganta
y deja suelta su imaginación en cada parte de mi cuerpo.

Ella aguza sus sentidos y explora los límites de mi anatomía,
me rodea de buenas y diabólicas intenciones cuando duermo
con misteriosas plegarias que rebasan al cielo por su fervor y propósitos
y hace de mi soledad una ferviente y explosiva multitud.

Ella, aún jadeante me hace retornar a su erótico y apasionado cuerpo,
pronunciando mi nombre con sonidos exaltados,
anteponiendo a mi devoción la admiración por sus hechizos y locuras.

Ella, maestra indiscutible de los gestos y de emociones,
valorada sobremanera por sus diferencias y reservada por sus paridades;
mujer que tapiza al mundo con su piel
y me hace andar desnudo por sus calles empedradas.

Ella, vasija donde se inflama la bebida de la confianza y la renuncia,
línea reveladora de su condición femenina;
riqueza espiritual de donde bebo las mejores ideas,
porque la vida me deparó sorpresas inolvidables,
su sonrisa, el dulce eco de su voz y su total entrega.



Ricardo Gallego Díaz. Sancti Spiritus, Cuba, Profesor de la Universidad Pedagógica de S Spiritus. Teléfono particula 322995 y mi correo es el de
rdiaz@ssp.rimed.cu
Considero, que aunque no aparezcan en el libro a editar, al menos contribuí a ser de ese gran grupo de hombres que aman, respetan y tienen en el lugar cimero a esos seres divinos, llamados "mujeres".