miércoles, 23 de abril de 2008

Jonathan Minila



MUJER EN SUS DÍAS

Imaginémoslo así. Existe un espacio enorme, quizá un salón, o una extensión de campo, o mejor un desierto. Una mujer está de pie, ahí, completamente desnuda. Es libre y así se siente. Ni un pedazo de sombra cubre su cuerpo. Nadie la mira. No hay nada que la vincule a ningún medio o que la relacione con lo que era, es o pudiera ser. Respira. Piensa en cualquier cosa, o en nada. Es un ser hermoso. Indefenso como lo somos todos. No se mueve; no hay necesidad. Permanece de pie, sintiendo el viento, o la arena golpeando su cuerpo. La imaginación nos hace verla desde diversos ángulos sin que lo note; sin que se inmute. Sigue igual, quieta. Mientras, con nuestra mente la creamos de diversas formas. ¿Cómo es la tuya? Distinta de la mía, seguro. Sin embargo es la misma. Sigue siendo aquella que nace de estas palabras y continúa ahí, respirando, siendo lo que es, o lo que no es. Se toca el cuerpo, se descubre; es libre de hacerlo, de hacer cualquier cosa. No hay nada de malo en ello. Morena, blanca, oriental, alta, baja. No interesa, es la misma. La que imaginas, esa es. La que imagino, también. Una o varias; todas. Sólo ella. Nada a su alrededor. Piensas en ella, lo mismo que yo; en hacerla real. ¿Qué necesitaría para que fuera así? Un contexto. Uno cualquiera. Quizá un lugar con edificios; con gente transitando alrededor de ella y entre las calles, haciéndola alguien con los ojos. ¿Es la misma? Lo parece. Sin embargo ya no puede estar desnuda; las costumbres no se lo permiten. Comienza entonces a reprimirse; no ella, nosotros; las fronteras invisibles que nos separan de nosotros mismos. Un vestido largo cubre su cuerpo. Un fino labial funde su boca. Un aroma único que lo envuelve todo invade la imaginación. Está ahí, la miras perfectamente. Su libertad ya no es total, sin embargo sigue teniendo la oportunidad de pensar en cualquier cosa. Quizá en ti. Quizá en que es producto de tus pensamientos. Aún es libre en cierto sentido, sí. Sin embargo, ¿hasta cuándo? ¿Hasta dónde? ¿Cuáles son las reglas que ahora rigen su comportamiento? Quisiera gritar, y no lo hace. Comienza a pensar, a debatirse entre lo que quiere y lo que debe. Piensa: “¿Pareceré una loca si grito, si corro; si me arranco el vestido?”. Se devora más. La devora el mundo que hay alrededor. Su comportamiento cambia. Sus manos se alejan de su cuerpo. Las miradas obscenas caen sobre ella, y se culpa por ser lo que es. Piensa en cómo debe comportase. Víctima del papel que debe jugar en aquella realidad que le hemos regalado. Observa el comportamiento de otras mujeres semejantes. Todas han nacido de un texto similar, aunque ninguna lo sepa. ¿Cuál habrá sido la primera? Todas lo son. No se dan cuenta. Ahora se dejan influenciar del mundo, de las imágenes falsas que oprimen su corazón para ahogarlas en vida. ¿Qué otra salida tienen? Seguir los patrones. Quisieran gritar, sí; y no sólo aquella, la que nació de nuestras letras, sino todas. Tienen algo qué decir, no lo hacen; manos invisibles les cubren la boca. ¿Es ese el rol que debe jugar en ese contexto, cualquiera que sea, aquella mujer hermosa que antes era libre? Madres, hermanas, maestras, vendedoras, gerentes, vagabundas, prostitutas. Ojos, belleza, pensamiento. Todas son ella. La que nació libre para enclaustrarse en un mundo del que no puede huir. Imágenes falsas, con alas. Mundo de engaños. El tiempo las aleja del principio; las confunde. Eje central. Son en cualquier lado victimas de estas letras que nacen crueles, sin piedad. Las atormentan. Las arrinconan bajo los golpes de alguien, bajo el maltrato; bajo aquella imagen que le deben (según aquello que flota y nos oprime) regalar al mundo, y a nosotros que creemos haberles dado vida, cuando lo único que hemos hecho es regalarles un mundo donde su libertad se ha terminado. Sufridoras del dolor, del llanto. Víctimas de sus días, de sus noches. Dadoras de vida. ¿Cómo borrar estas letras que las atormentan?


Jonathan Minila. Arisco, huraño, antisocial, misántropo. Mira la vida con un ojo, y con el otro casi nada, sólo sombras. Ha plasmado sus obsesiones en cuentos, en teatro, en desconocidos intentos de novela y en otras cosas raras que ni él mismo comprende. Ha colaborado con diversas revistas nacionales e internacionales. Asegura tener un pájaro azul en el cerebro. Su sitio: http://jminila.blogspot.com.