lunes, 24 de marzo de 2008

Susana Barragués

Cristal de vaso

Para saber cómo llega una mujer al instante anterior a un beso,
o a cualquier acto real: lavar las manos a un niño, responder al nombre propio,
atarse las sandalias,
hay que pensar en la secuencia inversa al estallido de un vaso de cristal.

Al principio es sólo un polvo de vidrio, apenas perceptible, que flota en la atmósfera.
Las trazas de cristal comienzan a vibrar, a atraerse levemente,
agudos pulsos que siguen los círculos concéntricos de un imán.

Más allá pequeños cristales, adormilados bajo el polvo,
levitan. La aceleración aumenta.
Fragmentos más grandes, arrastrados por succión, se comprimen.
Con vértigo final, cada pieza, cada partícula, encaja
y en una inspiración última, potente como la succión de una ventosa,
se forma el vaso.

Así, desde una esencia dispersa, me hago súbitamente compacta,
cuando la carnalidad de las cosas, las brutales circunstancias, lo requieren.

Después, resquebrajada como cáscara de huevo
vibración previa a la eclosión
bombilla o vaso incandescente

estallo.


SUSANA BARRAGUÉS, Bilbao, España, 1979. Premio de la Academia Castellano Leonesa de Poesía 2002, Premio Ana María Matute de narrativa corta, y Premio Injuve de Poesía 2007. Ha publicado los poemarios “Los hipódromos del corazón” (Fundación Jorge Guillén, 2002), “La campesina fascinada” (Injuve, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 2007) y el libro de relatos cortos “Los ladrones de cerezas” (Fundación Bilaketa, 2007).