lunes, 24 de marzo de 2008

Rita Vargas Ríos

La soledad
Tengo la soledad de las campanas
que retumban en pueblos desolados,
la de las flores de páramo
que brotan y se marchitan sin nadie para mirarlas,
la del viento que da vueltas
sin encontrar compañía.
Tengo helada el alma,
soy un témpano girando en aguas obscuras
y es que a pesar de tanta gente
me siento sola,
me resultan extrañas las voces y las palabras
y las calles que camino diariamente
se recortan, cambian de sentido, no van a ninguna parte.
El mundo cambio o es el mismo y yo me perdí
en un inhóspito paraje que nadie transita.
No encuentro el hilo de mis pensamientos
que prefieren vagar y encontrar refugio en otra parte.
Tengo la soledad del primer ser
que no puede reflejarse en pupila alguna
y a quién nadie espera.
Soy un inaccesible acantilado a cuyos pies
se mueve la vida y al que no llega el agua
aunque sea grande la bravura del océano.
Estoy sola pensando en esas cartas que no encuentran destinatario
y guardan sueños y sentimientos que nadie leerá,
me siento como una palabra atrapada en un papel sucio
en medio del basural,
soy las notas de una canción
que no tiene quien la invente
pero cuyo sonido
se agolpa en una quena.
Últimamente solo soy, un verbo simple y en presente.

Palabras negras
Palabras negras se concentran alrededor
y vienen presurosas como si alguien las hubiese convocado
o como si adivinasen lo que siento
en medio de esta polvorienta encrucijada en la que estoy.
Primero llegó la desesperanza
dando vueltas torpemente,
la ignoré a pesar de su insistencia,
luego llegó la tristeza
y se posó despacio en mi cabeza
imitando a la niebla
que se posa en estas tardes,
la angustia llegó pronto precedida de rugidos,
de relámpagos,
de latigazos de viento sobre mi cara.
La soledad me acompaña desde siempre;
apostada,
esperando que me canse de amar.
Pero últimamente ha cambiado el escenario,
siento cerca un batir de alas negras,
algo me corroe desde adentro,
negros nubarrones me acechan
y el miedo por supuesto
encontró la mesa puesta y ocupa un lugar en mi costado;
no va a perder oportunidad de dar una dentellada.
Y estoy así en este septiembre de lluvia y de lágrimas,
de guardia en la ventana, encerrada en mis palabras
esperando a las que han de llegar y vienen cargadas.



Rita Vargas Ríos ,Quito-Ecuador, 1954, Ingeniera química. Ha publicado el poemario “Al Pie de los Andes”, los libros de cuentos: “ Historias del Desarraigo” , “Miedos y Temores”, y “El Campamento”. Pertenece a la Asociación de Escritoras Contemporáneas del Ecuador, a Poetas del Mundo y ha participado en varios recitales en diferentes ciudades, algunos de sus poemas y cuentos se han publicado en periódicos y revistas. Mail ritavargas@yahoo.com