lunes, 24 de marzo de 2008

Marcia Ramírez Contreras

¡Oh, Armande!

Recuéstate en el vuelo de la noche
¡Oh, Armande
Armande!
Los pechos rotos,
blancos vacíos
que reclama la piedra sobre el cielo.
Las arañas no duermen
sin el silencio de tu pelo.
Es el roce, Armande,
el roce trágico del aire.
La cuerda se afloja, criatura,
y tira de la punta de tus pestañas.
Pero los huesecitos rotos
no volverán a pasear tus caderas
por las calles.
Es el viento,
Armande,
el viento que dibuja tu memoria
sin detalles.
La piel se ha quedado sola,
aferrada
a la palidez
de los cristales.


“No Moriré esta Noche ¡no!”
Un presagio silencioso
se adormece cada tarde,
sobre las camas abandonadas.
Nubes surcando la línea aguda que recorre
El músculo insolente
que se extiende
desde el pecho erguido, caliente,
hasta el ángulo apretado
de caderas que descienden,
diluyéndose en las manos que recuerdan,
insistentes
el frío acumulado entre las calles.
No viniste esta noche por tu manada triste de innombrables,
insaciables,
verdugos apenados de su propia sangre
oxidándose en los catres.
-Quiero verte con tus medias caladas,
los labios yertos,
un toque de rimel acongojado,
bajo la sombra verde de las pestañas.
Agujeros en la falda,
acomodándose a tientas tras los postes,
moviendo el culo al destiempo,
de bocinazos impares que se alejan.
“No moriré esta noche, no.
No dejaré caer mi cara
de puterío callejero,
itinerante
Por los asientos traseros
que se apilan en los parques”.



Marcia Ramírez Contreras Nacida en Santiago en 1970, Marcia Ramírez C. estudió literatura en la Universidad Católica de Chile y luego periodismo. Nunca ha participado en talleres literarios y sólo una vez participó en un concurso literario –Carlos Pezoa Véliz, de la fundación Nueva Poesía- obteniendo el segundo lugar (primera mención honrosa)
Forma parte de la tremenda masa de mujeres trabajadoras de este país.