martes, 1 de abril de 2008

Daniela Camacho

Mujer ebria de luz

Cuando digo «nací herida de muerte y fui obligada a vivir» no hablo de los muros construidos en mi cuerpo ni de las hermosas cicatrices que ornamentan la tristeza. Hablo del silencio, de mi sexo niño violentado por el fuego, del ardor en las cenizas de este vientre desollado. Y si digo que en la boca llevo el resabio de la sangre y la caléndula, que mis huesos tiemblan de dolor y no de frío, que las letras de mi nombre están vacías… Si digo que de noche, enceguecida por la luz del mundo, repto en la viscosa lengua de la soledad más mía, respirando el polvo de unas manos muertas y olvidadas, si lo digo… Si dijera que mis pechos lactan una miel amarga y amarilla, que en los ojos ya no tengo lágrimas ni sueños y que dios se fue quedando sordo… Si mi boca se atreviera a pronunciar estas palabras, si la turba de fantasmas en mi lecho se extinguiera, sólo así, mujer ebria de luz y de saliva, desataría los pájaros noctámbulos que anidan y se anudan en mi cuerpo, para escuchar el dulce sistolar y diastolar de mi destino.



Daniela Camacho (Culiacán, Sinaloa, México, 1980). Se graduó de ingeniería industrial y de sistemas por el ITESM; estudia lengua y literaturas hispánicas en la UNAM. Publicó los poemarios En la punta de la lengua (Tintanueva, 2007) y Plegarias para insomnes (Editorial Praxis, 2008); y el libro de palíndromos Aire sería (Editorial Praxis, 2008). Es fundadora y miembro del consejo de redacción de la revista El Puro Cuento