Identidad
A los dos me llamaba María Luisa, pero mi madre loca me decía Luisa, mi abuelita Carmen me llamaba Luisita y yo sabía que mi apellido venía de un señor que había quedado olvidado en algún lugar del norte del mundo.
A los diez me llamaba María Luisa, mis padres prestados me regalaron sus chilenos apellidos y cuando alguna compañerita de clase me decía Luisa yo rompía a llorar.
A los quince me bautizaron como Flaca, sobrenombre que me dio por fin un estatus entre mis pares.
A los veintiuno fui a conocer al padre ausente quien resultó ser un hombre joven que si no hubiese sido mi padre probablemente habría mirado en la calle.
A los veintitres me arranqué los apellidos adoptivos y vestí con los originales.
A los veintisiete viajé a las tierras que me vieron nacer y me saqué el “Luisa” para conservar el “María”
A los treinta he vuelto a tener el alma fracturada y cargo un nombre inventado a modo de souvenir…
María Gourley, chilena-canadiense radicada en Vancouver, BC, gestora cultural, editora de la publicación independiente La Vanguardia de Vancouver, maestra de danza y bailarina, con estudios universatarios en música popular.