martes, 1 de abril de 2008

Marilupe de la Calle

Llora mi piel, arden los poros

I

Llora mi piel, arden los poros
Lloran mis huesos
Le claman a la nada

Gritos disueltos,
Silencios que no callan.
Sola,
Sola.

Párpados secos,
Muerta la mirada.
Añoranzas de más.

De vuelta al vacío,
a sus oleadas violentas y turbias

Me resquebrajo

II

Despierta, mujer rota, mujer dormida,
abre los ojos, vuélcate dentro.
Despierta, Iztaccíhuatl
dancen suaves tus manos al viento

Ábrete hoy,
ábrete toda
Vida hecha vida,

No eres otra que la luz…
Perenne, cristalina,
Resabio de miel.

Mírate bien, arrullo blanco,
Paladea la quietud.

III

Canta mi piel,
Tibia fluidez en erupción.
…Antes, nada


Caminos en la niebla, pasos inciertos
Alegría contenida, incipiente.
Piedras a sortear, pequeñas y gigantes,
deseo traducido en movimiento.

Niebla confortante, amortiguas emociones.
Anhelo perderme en ti, hacerme una contigo.
La humedad y yo,
Canto de bosque que en la niebla suena más.

Camino. Amanece,

Miedos enclavados encuentran salida, se vierten en llanto.
Lo que sigue, lo que seré.
La voz me habla del ahora, de lo que soy.

Soy paz, soy luz, sangre que pulsa al ritmo de mis pasos,
soy ternura, soy palabra, aire que se inspira y se espira.
Soy realidad, soy sueño, compasión
Sabiduría, consejo. Soy mujer.

Sazonadora de guisos y de historias.

Cautivada por la palabra; la busco, la saboreo, la plasmo.

Le doy vida. Con mis pasos.

Marilupe de la Calle, mexicana en el extranjero. Nacida hace treinta años, en un viernes de marzo. Hija menor al servicio de la idea por gestarse. Esposa joven. Cautivada por la palabra, la mujer fuerte, lo azul y los ojos abiertos. Ingeniera de profesión en busca de más.