lunes, 24 de marzo de 2008

Leticia Cortés

Una mujer rota
tiene adherida su voz a un destello de bala.
Tiene una matriz
llena de huecos.
Una pedazo de mariposa.
Plexo solar asfixiado.
Tiene roto
el rostro y roto el pasado
que se construye cada noche
que se arremolina en la distancia.
Fractura de ósea pared.
Se quebranta
porque el agua se vuelve imperfecta.
Porque odia la sangre.
Se rompe
porque los hisopos se llenan de ácido.
Porque los hisopos se llenan de nombres de Él.
Porque la enfermedad la llena por completo.
Una mujer rota llora el silencio de los pájaros.
Llora la eternidad del árbol que se levanta en la caída.
Siembra un matorral de aves.
Siembra un dolor que se asemeja a su risa desgastada.
Rota ella y roto el verbo que la hizo mujer.
Amplia la sala que la guarda.
Amplia la pared blanca que la abriga.
Amplio el refrigerador y frío que la abrasa.
Nombre de mujer rota no identificado.
Nombre sobre la plancha que asemeja los brazos de un hombre.
Una mujer rota
guarda en el corazón
los sonidos violentos del vacío.
El eco de la mirada que le daba vida.
Tiende la mano en la distancia
y su vuelo es un soplido de colibrí.
Aleo que retumba en el río que la recuerda.
Hubo una vez
una mujer
que nació del agua y de la tierra.
Una mujer
que tenía en el ombligo
clavado
un girasol.
Y fue jardín de altura y de luz.
Y ahora
rota mujer
tiene fracturado el llanto,
la torre de Babel de su vientre,
atadas las manos y medias de red.
Serrados los ojos y enferma la serpiente que duerme.
Rota de sustantivo y de hambre,
de libertad arrebatada.
Rota mujer no identificada
ha olvidado su origen.



Leticia Cortés, Guadalajara, Jalisco, México. Nació rota el 22 de agosto de un año común. Cada día busca la manera de repararse.