miércoles, 23 de abril de 2008

Benjamín Orozco

Vete, madre

Déjame regar tus macetas
decirte que aprendí
a besar y ser besado
que tengo un hijo
que da maromas en mi pecho
Déjame prepararte la comida
traerte tu pepsi
no, no planches nunca más la ropa
saquemos la estufa a la calle
tiremos el lavadero con un marro
y vete, Madre
a ser lo que te falta hacer
déjanos
yo cuidare de tus plantas
No respondas a mis preguntas
vete, Madre
deja de hacer el quehacer
en mis recuerdos
Deja tejerte un abrazo
con estas malvas que tanto te gustan
y ve con tu mejor vestido
a donde no eres Madre
no regreses
aunque enferme
Deja que tus manos
se arranquen los vidrios
que tu cabello
se peine en otros campos
Solo déjanos tu beso
y tu mirada libre, Madre
y vete con la bendición del Sol.



Tenis Blancos

I
Me quito los picos de estrella
que llevo clavados en la espalda
Me pongo unos tenis blancos
y una camisa limpia
Salgo al cine
compro un boleto
lo hago pedazos
con cada trozo
veo una película distinta
con cada vuelo de ese papel pagado
escribo nuevas historias
Mis pasos blancos
toman la forma del Sol
y a veces caras de mi infancia
Los trinos de los carros
me hacen cosquillas
donde antes sangre
Solo espero
que al caer la noche
mis huesos no se desgajen
o que en mi último aliento
reencarnen en un gato ciego
o en una tortilla tiesa
porque éste Sol
de este invierno

comienza a tocarme.

II


una parvada de sombras
ronda la azotea,
descuelgo recuerdos
del tendedero
y con ellos enciendo una fogata
para que las llamas
calcinen, esa nube negra
que no deja secar
mi alma al Sol
y por las noches
no deja que el sereno
cobije mi sed.


VII
Otra vez la noche
suave manto
me mata
me reza
le entrego mis ojos
en sus manos negras
ella a cambio
me pone alas
en los talones
y en el vuelo olvido
que tu sueño
fue mi compañera
que tu mano persigno
mi cara
Otra vez en el cielo
con un rosario de azoteas
con una letanía de perros
mas cerca de tu ausencia
mas lejos de lo que soy
gota de sereno
cuerpo casi muerto
que dice que respira
que piensa que sueña
que cree que olvida
mientras mas se hunde
en tu almohada vieja.



(De la serie Poesía de cemento)

II
Yo perro
con fantasmas que escurren
de mis ojos perros
cuando ven al cielo
y me revuelco para morderlos
antes que ellos me devoren
Yo perro
con un ladrido continuo a la luna
y un misterio en el hocico
Ella luna con una indiferencia continua
el hocico vacío y los labios pintados de rojo.
Yo perro
construyo con ladridos
una ciudad mas allá de los basureros


V
Un grillo lame un deseo en la urbanizada noche
salta de una lata vacía de chiles en vinagre
a una botella quebrada de cerveza
pepena entre la basura
todos los silencios posibles


IX
La tierra fue invadida por enormes huevos
que caían del cielo
uno de ellos se rompió
y del el salió una gasolinera hermosa
con sus bombas de gasolina tiernas
De otro emergió
un centro comercial
arrogante y coqueto
de otros más salieron serpientes negras
kilométricas, que no se cansan de tomar el sol
Todos los huevos se abrieron
y la tierra se cubrió de
cascarones rotos.



Benjamín Orozco. De oficio escribidor. Nació en la Palma de Sandoval, Michoacán, México, el 11 de junio de 1975. Radica en Guadalajara desde los diez años de edad, donde se enamoró y desenamoró y se quedó a vivir. Degustador de la torta ahogada y del tejuino. Ha participado en varios talleres de poesía y narrativa desde 2001. Coautor en las publicaciones colectivas Memoria del relevo, Verbo cirio IV, Verbo cirio V, y en distintas revistas independientes. En el 2007 publicó su libro de cuentos Quédate. Actualmente participa en el taller de creación literaria de la maestra Patricia Medina.