martes, 4 de marzo de 2008

Natalia Carbajosa

Aniversario del amor y el miedo

I
Siete años ya.
Siete años por el túnel blanco
de la mano del duende femenino
mordiendo con dientes de gato
el ovillo de tu estirpe y su
memoria. Todo empezó
hace siete años.
Tu cerebro como enagua transparente,
tu cuerpo deformando el arcoiris,
instalado en el violeta mientras
los otros colores, desdentados,
lloran y gritan a la vieja vieja vieja
de siete años.
Siete años vadeas
un Leteo donde ahogar
a las madres de dos cabezas.
Allí lavan sus cabellos sin peinar,
lo llevan haciendo siete años.
Como no las conoces,
tú misma sumerges al dictado
de tu consciencia muerta
la doble cerviz.
Esa lección no la olvidaste:
doble el amor, el daño es doble.
Esa lección te instó, por fin,
a una letanía de la huida
que ya reza siete años.

II
Empezó a su muerte,
unos años antes.
Bordaste con el hilo negro
de las bodas de plata
del voluntario secuestro
la crónica
que ya se marchitaba en los espejos.
Doctor Hiel extendía sus recetas
sin más hálito que el que exhalaba
su pedernal asfixiando los pulmones.
Tú anotabas sobre el pecho
la suma temblorosa de agravios,
las lágrimas del pajarillo en los barrotes.
Cuando murió no te alegraste:
demasiado vulgar
aquel jardín trasero
para abrir las palmas dulcemente
a un surtido de malas yerbas.
III
Por entonces eran populares
anuncios del siguiente cariz:
“soltero, buena posición...
mujer, alas rotas...”
Tu madre guardaba las alas
en una cajita de obsesiva melodía.
Su niña, su amor, la primera víctima
de su hermosa letra.
Tu madre sabía un mundo
sobre cómo guardar alas ajenas,
pero desconocía el modo
de evitar que se atrofiaran.
Qué Polonio mujer
para una nueva Ofelia.


IV
Ni entonces ni antes
reclamaste tu porción de diálogo
con la sibila.
¿Acaso pretendías
seguir escabulléndote,
acomodarte a la hechura
que te cortaban, legitimar
la sangre antes que el aire,
acatar su arbitrio y desdeñar la vida,
embalsamar el alma
en aceite de viciada costumbre
y seguir cuerda, di?
¿ACASO?
Así el amor que te tenían:
digno de un alfiler en sazón
para una mariposita inmóvil.

V
Y antes, antes, antes de todo aquello
los días felices a los que volviste
el primer año de los siete.
Cierras los ojos y otra vez corres calle abajo.
Es tiempo de jugar al castro,
de pueblos pardos amorosamente duros,
de nanas graves: mamá,
quiero dormir,
quiero dormir,
quiero dormir.

VI
Hoy te corresponde ser niña y viajar
por tus ojos cerrados.
Corre, ardilla, corre al fin, corre.
Te corresponde a ti tan femenina herencia.
Soy testigo y anunciante,
no albacea.
Hasta mí llega
por tu misma rama
el amargo cordón.
Pero llevo dientes en el alma
y un poema para saltar al vacío.

VII
Nos has abandonado antes de irte,
o quizá ya te has ido y tu cuerpo
es sólo un recordatorio
de aprendizajes venideros.
Cómo decirles por tu boca muda
que no ha de repetirse la historia,
que no está escrito.
Y cómo traspasar tu secreto a voces
saltar sobre esa pira de recuerdos rotos
sin que mis plantas de peregrina
perpetúen tu ceniza
nunca ardida.
Adiós, te encontraré
en la raíz de la garganta. Adiós, adiós.
Te llevaré en la voz,
te aventaré en la llama.


De Pronóstico (2006)



A Teresina


Tras los cristales turbios de tu hoy
limpios los ojos grises de ayer, niña
estática.


Mañana ya no es. Los muertos viven
in-ter-mi-ten-te-men-te en esa
casa tuya
de pasados perennes.
En el camino de vuelta
la levantaste -¿recuerdas?-
contra muros oxidados de orín
y voces irritantes de viajeros
que no se apearon contigo:
“qué has comido hoy,
cuántos años tienes,
a dónde vas, si es de noche,
quién soy yo...”
Qué te importan a ti sus desatinos
Lejanos, si los muertos viven.

Cuéntame otra vez
alguna historia
-pequeña preciosa-
de ese otro/tu
lado.
Mientras, yo acariciaré
-feliz, fuera del tiempo-
las greñas sueltas de tu blanca
memoria
gris.


De Los puentes sumergidos (2000)

Natalia Carbajosa (España, 1971). Doctora en Filología Inglesa. Autora de los poemarios Los puentes sumergidos (2000), Pronóstico (2005) y Los reinos y las horas (2006) y el libro de relatos Patologías (2005). Ha traducido al español a las autoras en lengua inglesa H.D. (Hilda Doolittle) y Kathleen Raine, y al inglés, entre otros, al poeta Tomás Sánchez Santiago. Ejerce la crítica literaria en diversas revistas españolas.