lunes, 24 de marzo de 2008

Natalia Borges Ippolitov

Mengua
no he ido perdiendo fuerzas
-- como dicen --
sino muriendo de mengua, sí,
en eso estoy,

como las abandonadas vacas gordas
que se convirtieron en flacas
en los pastos
secos,
deslechadas ellas,
mustios ellos,

como las viejas sentadas en el porche
de la casa
en los pueblos,
vigilando colibríes
y meciendo su muerte,

guardo ésta ,por venir,
como un caramelo que paladeo
cada vez que olvido quién soy,
nadie lo sabe ni quiere saberlo,

atrapada en la red
del mal de amores
-- como se dice—
he ido dejando uñas, piel, cabellos,
sangre e hígado, corazón y cerebro, riñones y ovarios,
todo,
en el sendero,
tras colgar la matriz de un árbol
hueco, seco
yerto,

no he ido perdiendo fuerzas, repito,
como un loro atrapado en una jaula,

abrazada a un joyero vacío
camino las aldeas,
ofrezco perlas, diamantes,
todo robado,
soy salteadora de caminos,
ofrezco alfombras y sombras,
reflejos,luces , brillos,
nada es real;
más al comprador no le importa.
También él busca huir.

Quien mira mis ojos descubre la risa
que ser nada
me produce,

a veces me torno en oso mielero y ,
entonces, pupilas de oro,
avivan los caminos, alegran los encuentros;
de resto,
un bufón con relámpagos y truenos en las manos;

descubro a diario un extraño secreto:
la ciudad no se encuentra dónde debía estar,
alguien la tomó prestada para situarla
en otros espacios,
quizás estaba acorralada
por hormigas glotonas
de coordenadas imprudentes;

no he perdido fuerzas, digo,
recorro carreteras,
cuelgo entrañas de las puertas de los señores,
nada especial,
sólo ellos tienen casas con puertas
por estos lados,

agonizo en otros mapas
trazados a grandes rasgos
en la playa de los ríos
que dan al lago;

la mengua la diviso toda vez
que volteo a ver mi sombra;
me sigue con el viento,
con el polvo,
me muerde la nuca del deseo
que siente por apoderarse de mi alma;

antes que finalice el día
la descubro más delgada, más frágil,
transparente como alas de libélula.

Pronto será fantasma.


Natalia Borges Ippolitov. Vivo en Caracas, la ciudad donde reposa el Avila, la hermosa montaña dormida. Nací en Maracaibo, al lado del Lago de Maracaibo. Soy profesora de la Universidad Central de Venezuela, de donde provienen mis más hermosas experiencias del contacto humano. De esa comunidad han nacido muchos de mis amigos. Los restantes los trajo la tierra. Soy escritora y este poema forma partede un poemario: La libélula es libre.