lunes, 31 de marzo de 2008

Luis Roberto Hernández Gómez

Ella somos nosotros

Vencida por el tiempo en la hora última de las decisiones
a ella se la ve arrastrando los pies por las empedradas calles de la vida
sin prisa ni aflicciones
solo va o viene y simplemente no se cansa de ir cuando regresa
tal vez entendió su corazón
el innecesario trajín de llegar a alguna parte
camina simplemente un paso a la vez en cada paso
a veces está triste otras veces está enferma
pero no le importa
porque no tiene a quién faltarle.
No tiene familia y si acaso la tuviera
serían los árboles y las flores sus hermanos
Las calles desoladas y las nubes blancas
Y en la noche clara la luna de plata
que no dejan de observarla
Sus abuelos y sus padres
Los versos de Neruda sus hijos y la luz intensa
que se posa en los ojos de los niños cuando lloran
o en los ojos de los perros cuando callan
sus amores
Sin embargo su soledad no es estar sola
sino acompañada de tanta gente que la evita y la rechaza
esquivándola como se esquiva a un animal muerto
a un desperdicio intolerable en el paisaje
Lo que pocos saben y ella sí entiende
es que son sus gustos estrafalarios el paisaje
un espejo roto repartiendo en mil pedazos
la miseria absurda de los otros
Entonces ella sonríe
feliz de no gustarle a nadie
abandonó en el pasado el miedo a la vergüenza.
solo teme a Dios y a sus silencios
por eso viaja por el mundo como el aire que no respeta el egoísmo
Y se siente libre y celebra con la mirada la alegría de tener ojos
para llenarse de belleza observando todo aquello que la observa
Y recoge flores del pasto como si fueran sueños y rosas
y hojas secas de colores como si fueran música del campo
y danza y está contenta de soplarle en un arrebato
versos lindos a la noche
rítmicos cantos a las estrellas titilantes
rimas y sonetos a los grillos enamorados
del parque
No tiene casa ni amigos ni perro ni dueño
Su casa está en todas partes
su imagen es un adorno de la pena
olvidado en un rincón de la vida que es la muerte
conserva sin embargo la gracia que tuvo
en algún gesto accidental
cuando se emociona con el beso de una mariposa que pasa
Mujer pequeñita de la estirpe incomparable de las joyas
Y los granos de mostaza
graciosa como el viento
Su rostro vestido de arrugas listándole la frente
parece esculpido
por el cincel de la memoria entre los besos
al calor de los abrazos diminutos

Esa mujer sin frustraciones nos pertenece
en lo más recóndito del alma
vive en cada rostro que la niega
como un verso empozado de Quevedo
como un ángel de la guarda
preso en la ceniza del sueño
como la semilla del tiempo
seca en cada una de las voces que la llaman...


Luis Roberto Hernández Gómez, nació en Bogotá, Colombia es licenciado en filosofía y letras, filólogo, psicólogo clínico, profesor universitario.. Ha publicado varios libros entre los que se cuentan novelas, poesía, teatro, libros de autoayuda. Igualmente ha recibido varios premios de literatura tanto en Colombia como en España. En Argentina ha hecho parte de varias antologías.
E-mail:
buoriotlers@hotmail.com.