jueves, 13 de marzo de 2008

Charo Ruano


Supieron desde siempre que no tenía remedio
Tenía la boca grande y la lengua afilada
Una mente despierta, inteligente, rápida

Tenía mil recursos, y todas las palabras
Ni los años, ni el tiempo lograron suavizarla
Era de amores rápidos, y amistades eternas
Té con limón y risas, libros de humor a medias

Viajes por el mundo buscando otra experiencia
Otra vida, otros mundos, quizás otras parejas
Ni los años, ni el tiempo, acabaron con ella
Sólo la mala suerte, una cruel compañera
Que se bebió de golpe, su risa y sus reservas
Y la dejó agotada, rotas ya las cadenas
Que la unían a la vida, al amor, la belleza
La muerte ronda siempre, fugaz, esquiva, alerta

Le sirvió una copa, la sentó a su mesa
Le hizo un hueco en su cama, le prestó su experiencia
Y cuando puso orden, en su vida, en sus cuentas
En sus viajes sin rumbo, y amistades eternas
En sus hombres amantes, o amantes a la inversa
En sus recuerdos todos, deshizo la maleta
Y se dejó caer, rendida ya y despierta
La batalla final, lo mejor de la guerra

Quién la recordará, quién hablará de ella
Quién le llevará flores, a la tumba desierta
Quién vivirá en la casa, que cuidó sin reservas
Quién en su espacio todo, quién, cuando, como…, ella
Que nunca se callaba, optó por la reserva
No llorar, no gritar, ni suspiros, ni quejas

Sólo este sueño eterno, de morfina y tristeza
Sólo este adiós lejano, porque no quedan fuerzas
Y en el momento último, cuando todo se acerca
Recordar la batalla, y que mueres en ella




La mujer tenía aspecto
de haber llorado mucho
sus ojeras apenas
podían ser más profundas

Llevaba de la mano
una niña pequeña
y un gran bolso
donde seguramente
trasladaba “su casa”

Y era joven, muy joven
apenas treinta años
que sólo le habían dado
unas horas de amor
y tanto sufrimiento

La niña se aferraba
a una muñeca vieja
despeinada y oscura
y cantaba feliz
una canción sin nombre

Ellas no cruzarían
habitantes eternas
de este lugar terrible
que llamamos Frontera



Charo Ruano: (Salamanca) libros publicados: "hicimos de la noche un largo poema"; "La cálida quietud de la tristeza"; "La frontera"; "Los rostros de la huída”; "Frente al azar de otros amores"; “Sobre el cansancio”; y “Té de jazmín en porcelana inglesa” y de los libros infantiles "Catalina lina luna"; "La polilla de los libros"; “De aquellas y estas infancias” y “El bizcocho de canela”